Con la salud no se juega y con la información, tampoco. O, al menos, no debería ser así. Hoy en día la clave no está tanto en acceder a dicha información como clasificarla teniendo en cuenta la fuente de la que proviene: si no es fiable o si, por el contrario, está respaldada por entidades responsables y con autoridad para tratar ciertos temas. En EasyFIV hablamos de lo que conocemos en profundidad, dado que somos especialistas en reproducción asistida.
Internet se presenta como un mar de datos a los que acceder con facilidad, pero ¿todo lo que circula en la red es cierto? Un tiburón gigante a puno de engullir a una persona que sube por una escalera móvil a un helicóptero de rescate, otros tantos escualos nadando en el metro de Nueva York o la princesa Diana en el bautizo de la bebé Charlotte. Todas estas imágenes han recorrido Internet como la pólvora y se han hecho virales. Pero por mucho que inunden pantallas no se convierten en realidad.
Estas situaciones descritas jamás se vivieron o, al menos, jamás nadie las captó con una cámara y compartió la instantánea. Sin embargo, no solo circularon con rapidez por las redes sociales, sino que todavía hay quien piensa que no se trató en todos los casos de un montaje.
Si bien podría quedarse en una anécdota, lo cierto es que hoy en día la información –falsa o no- vuela de manera virtual y logra un alcance abrumador. Y esto tiene, como todo, su lado positivo y el que no lo es tanto. La democratización en el acceso a los datos y la aparente facilidad de llegar a ellos con un clic no puede ser más que beneficiosa, pero siempre y cuando no se pierda de vista un factor fundamental: la fuente.
La importancia de las fuentes
Este mismo debate puede hacerse extensivo a prácticamente todos los sectores; también al de la salud y la reproducción asistida. Y esto ya son palabras mayores. Resulta tan fácil publicar datos erróneos como fijarse bien en la procedencia de la información, que será lo que le dará autoridad o no. No siempre la intención es perversa –desde luego que no-, pero cabe tener en cuenta que no todo lo que circula en Internet es verdad.
Tanto es así que la Agencia Española del Medicamento, por ejemplo, tuvo que desmentir hace un tiempo un correo electrónico que advertía del riesgo de ciertos fármacos. También han circulado bulos relacionados con la salud a través de WhatsApp, como ocurrió en 2014 cuando saltaron las alarmas por falsos contagios de la enfermedad del ébola en Madrid. Protección Civil y el Ayuntamiento de Coslada (Madrid) fueron los primeros en desmentirlo. Consultar la fuente siempre es un buen y recomendable ejercicio, pero especialmente cuando se trata de temas tan serios.