El camino para convertirse en padres, a veces, se hace un poco más largo de lo esperado. Sin embargo, afortunadamente, en la actualidad existen muchos tratamientos de reproducción asistida adaptados a cada caso concreto. Uno de los problemas que pueden darse es una morfología de los espermatozoides anormal. ¿Qué significa esto y qué se puede hacer para remediarlo y lograr que el espermatozoide fecunde al óvulo? Descubrelo todo a continuación.
La forma de los espermatozoides se analiza al microscopio mediante un seminograma, a partir de una muestra de semen del varón. Hay que tener en cuenta que todos los hombres tienen espermatozoides con formas anormales pero, siempre y cuando exista un porcentaje mínimo de esperma que se ajuste a los patrones morfológicamente normales, se considera que el seminograma es correcto. De hecho, la OMS contempla como normal un espermiograma con un 4 % o más de espermatozoides con morfología normal. Mientras tanto, hay un criterio algo más rígido, el de Kruger, que sitúa el límite normal en un 14 % de espermatozoides con forma típica.
La prueba de morfología espermática estudia las tres estructuras del espermatozoide: cabeza, pieza intermedia y cola. La primera debe ser ovalada, regular y con un acrosoma que abarque entre un 40 % y un 70 % del área de la cabeza. Por su parte, la parte intermedia debe ser delgada, estándar y con una longitud similar a la cabeza, mientras que la cola tendrá que poseer un grosor uniforme y más delgado que la pieza intermedia y no presentar ningún signo de rotura.
Tomando como referencia el patrón normal de un espermatozoide, pueden existir defectos en cada una de sus tres partes.
Si la morfología de los espermatozoides está alterada en un porcentaje superior al estipulado, estamos ante un problema de terazoospermia.
Un espermatozoide con una forma diferente a la normal puede fecundar un óvulo, aunque lo habitual es que no lo haga puesto que necesita unas dimensiones y una morfología adecuadas para moverse con rapidez y alcanzar su destino. Si no tiene una cabeza ovalada o una cola alargada y presenta un tamaño más pequeño que el cuerpo, puede quedarse rezagado y no alcanzar la meta. De hecho, los espermatozoides sin cabeza o con un acrosoma pequeño no fecundarán. En el caso de que se produjera un embarazo a partir de un espermatozoide morfológicamente inadecuado, existe un riesgo alto de que desemboque en un aborto.
La terazoospermia puede ser leve y mejorarse con una dieta adecuada en la que se suprima la ingesta de alcohol, drogas, tabaco y cafeína, junto a la incorporación de determinados complementos alimenticios que mejoran la calidad del esperma. Pero, si la terazoospermia fuera grave, habría que recurrir a tratamientos de reproducción asistida como la FIV ICSI. ¿Quieres saber cómo mejorar la calidad del esperma? Toca aquí para descubrirlo.
La Fecundación in vitro se suele realizar tanto en los casos en los que la mujer tiene problemas de fertilidad como cuando es el hombre quien presenta las dificultades, por ejemplo en los casos en los que los espermatozoides poseen algún defecto o problema de movilidad que les impide llegar al óvulo.
Dentro de la FIV, existe una amplia variedad de tratamientos. Por ejemplo, la MiniFIV, que es un tratamiento de fecundación in vitro en el que se pauta una dosis baja de medicación porque existe riesgo de hiperestimulación ovárica o porque no se tienen garantías de que, aunque se medique a la paciente, se vaya a obtener un resultado mejor que el que se obtendría si se empleara menor dosis de medicación. También se realizan FIV con esperma de donante, con óvulo de donante y FIV ICSI. Incluso se puede optar por óvulos y espermatozoides de donantes en el mismo tratamiento.
La FIV + ICSI se lleva a cabo en pacientes con edades comprendidas entre los 18 y los 52 años. Se comienza haciendo controles ecográficos para determinar cuál es el mejor momento para la extracción de los óvulos. Cuando los óvulos ya estén lo suficientemente maduros como para ovular, se hará la punción. Al mismo tiempo, se toma una muestra de esperma del hombre y, en ella, se escogen los espermatozoides sin anomalías para evitar problemas en la fecundación o posteriores abortos. De igual forma, una vez fecundado el óvulo, se escogerán los embriones de calidad mayor para asegurar la implantación.
El siguiente paso a la extracción de los óvulos es la microinyección (ICSI) del espermatozoide dentro del gameto femenino. Y, en último lugar, se introducirán los embriones en el útero de la mujer.
A partir del momento en el que se ha transferido el embrión al útero, existen las mismas posibilidades de que el embarazo salga adelante que si este se hubiera producido de manera espontánea. Se abre un periodo, al cual se denomina betaespera, de una duración aproximada de 12 días. Pasadas esas dos semanas, se realizará un análisis en sangre para determinar si hay o no embarazo. La paciente también puede realizarse un test de embarazo de la farmacia, pero la prueba sanguínea es más fiable dado que, si aún no hay retraso en la menstruación, el predictor podría dar un falso negativo.
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